jueves, 28 de enero de 2010

andando

El principio del fin es Bariloche, por eso escribo desde acá. Desde un hostel donde compartimos la habitación con tres señores que todavía no conocemos. El viento apareció al amanecer, cuando los nuevos cinco hermanos de Carolina intentabamos aprovechar hasta el último momento el agua y las nubes. Parece que nos empuja. Hace muchas horas que nos estamos yendo, y todavía faltan doce. Ahora es cuando aparecen las contradicciones:qué lindo bañarse, qué lindo estar sucio, qué bueno volver, o no. Hace frío y la piel arde.

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